lunes, 21 de noviembre de 2011

Por fin curada.

Pues eso, otro motivo de alegría. El día 18 le dieron el alta definitiva a mi mujer, Ya está bien y no necesita ir a hacerse más curas, ¡por fin!
En cuanto a la enana, dentro de poco ya no le voy a poder llamar así porque está creciendo a toda pastilla; cuando cumplió el mes pesaba 4,400 kg, pues diez días después pesaba 5, 200 kg. Se está poniendo gordita, tiene unos cachetones tremendos y unas chichillas en los muslos que me empiezan a preocupar, aunque ya sé que es normal en los primeros meses que crezcan así, a lo bestia. Me hace gracia cuando Carmen, mi mujer, se preocupa porque la niña "ha comido poco, solo se ha tomado la teta y se ha quedado dormida", "si se queda dormida es que ha tenido suficiente" le tengo que responder cada dos por tres; a veces aun se le olvida con quién está tratando. Si la niña se quedase con hambre nos lo haría saber por la vía rapida, berreando como una condenada.
Lo que de verdad me agobia es que sigue teniendo problemas con los gases, y lo lleva fatal. Ayer por la noche, a eso de las doce y después de una de paseos arriba y abajo por toda la casa intentando tranquilizarla, acabamos acostando a la niña con nosotros en la cama y estuve durante dos horas dándole masajes en la barriguita. Hubo un momento en que me tuve que aguantar la risa por lo absurdo del momento: mi mujer durmiendo como una marmota en un lado de la cama, mi hija en medio totalmente dormida y con una cara de felicidad inmensa y yo del otro lado, cayéndome de sueño, masajeándole la barriga y pensando "mañana en la consulta, cuando me pegue un cabezazo contra la mesa por culpa del sueño, haber como se lo explico a los pacientes", en fin...el caso es que lo del masaje fue efectivo, la niña se harto de tirarse pedos. Y mi mujer dice que esta mañana se despertó cerca de las nueve, increible.
Por lo demás sigue siendo muy sociable, aunque tiene mucha mamaitis y hay momentos en los que solo le valen los brazos de mamá. Es muy expresiva y cada vez sonríe más, además ahora ya son grandes sonrisas con toda la cara, no solo esas medias sonrisas que hacia al principio con la boquita. Cada vez que sonríe su madre y yo nos volvemos tontos. Aunque a mí me fascina la cara de concentración que pone cuando hace fuerza para tirarse un pedito jeje.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Primer mes cumplido.

El día 7 de noviembre Ereita cumplió 1 mes; aunque hubo gente que llamó para felicitarnos, nosotros no lo celebramos (porque sería un cachondeo andar celebrando cada mes durante el primer año). Lo que si nos alegró bastante fue la consulta con la pediatra para revisión del niño sano. Ya mide 56 cm y pesa cerca de 4,400 kilos, el resto de parámetros también estaban dentro de la normalidad, estábamos muy contentos. Ademas nos aconsejaron que le cambiáramos la marca de leche en polvo para ver si le producía menos gases y de momento parece que funciona; aunque también influye mucho el hecho de que cada vez toma más leche materna directamente del pecho, que es lo mejor que puede hacer.
   La niña está cambiadísima; se ve mucho más grande y sobre todo tiene una expresividad facial tremenda. Ya sonríe cuando su mama le habla, cuando detecta algún movimiento ya intenta seguirlo con la mirada, y lo mismo con los sonidos. Pone morritos, frunce el ceño cuando algo no le gusta; vamos que nos tiene embobados mirándola todo el tiempo.
   Y sigue siendo muy mimosa. Le encanta quedarse dormida en brazos de mama, o de papa, y a veces con los abuelos. Yo creo que le da igual mientras esté en brazos de  alguien conocido. En eso debo reconocer que es culpa nuestra porque la hemos malacostumbrado a ello, pero no nos importa. Me hace gracia cuando la gente nos dice "uy, pues como se acostumbre a los mimos y a que la cojais en brazos para dormir vais apañados"; es que nosotros queremos que se acostumbre a los mimos y al cariño de sus padres; ¿que clase de padres seríamos criando a nuestra hija sin cariño, sin mimos y sin contacto con sus papas? La chiquitina necesita saber que estamos en todo momento con ella, para no sentirse sola e indefensa. Bastante traumático es de por si el parto para el bebe como para después dejarlo desvalido y con esa sensación de abandono e indefensión. ¡Ni de coña! Nuestra niña nos va a tener a su lado todo el tiempo que nos necesite.

sábado, 29 de octubre de 2011

Primera salida.

Bueno, las cosas van mejorando; el otro día mi mujer fue a una nueva revisión con el ginecólogo y por fin le retiró las grapas de la cesárea. Tan solo falta que la zona donde le dejaron el drenaje vaya cerrando por si sola. Ademas también ha terminado con los antibióticos, así que desde hace dos días le está dando el pecho de nuevo a la niña. Pero  tenemos un pequeño problema, la niña come un montón y ya no le llega solo con el pecho de la mamá, así que tenemos que darle además un biberón. Cuando se lo consultamos a la matrona le recomendó a mi mujer que tomase promil para producir más leche, pero después de leer en varios sitios que no sirve para nada y que incluso puede ser peligroso hemos decidido no usarlo; preferimos seguir complementando el pecho con un biberón pequeño. Yo creo que el único problema es que mi mujer no produce leche suficiente porque ha estado más de una semana sin dar el pecho y también que la niña se cansa con el pecho porque le cuesta más obtener la leche; con el bibe chupa y ya está, y con el pecho tiene que esforzarse más y se cansa, así que toma menos leche. Estoy seguro de que si le seguimos ofreciendo el pecho cuando tenga hambre, se acostumbrará de nuevo y al final tomará lo suficiente.
   Cambiando de tema, el otro día, por fin, salimos a dar una vuelta con la niña. Hasta ahora mi mujer no se había encontrado con fuerzas. Pero finalmente nos decidimos a salir y dar un paseo. La niña se portó estupendamente, todo el paseo durmiendo; aunque antes de salir se pilló un buen rebote porque la despertamos para cambiarle el pañal y ponerle otra ropita algo más abrigada para el paseo, no le hizo ni pizca de gracia. ¡Que mosqueo se pilló! Pero en cuanto la pusimos en el capazo se tranquilizó y se quedó dormida y así estuvo todo el rato. Al rato de volver a casa le entró el hambre y montó un numerito para bañarla, berreando sin parar, pero no por el baño, por el hambre. "¡Es que cuando le entra el hambre se pone hecha una berraca!", me dice siempre mi mujer, y es cierto. Pero en cuanto acaba de comer se queda frita, cae dormida del tirón. Aunque le dura poco porque los gases le dan mucho la lata; le cuesta un montón echarlos y luego le molestan mucho. Cuando se pone a llorar por los gases la cojo en brazos y le pongo mi mano en su barriguita para que le dé calor, eso la suele calmar bastante rápido y luego suele deleitarme con un estupendo concierto de peditos.    

domingo, 23 de octubre de 2011

Como van las cosas

¡No ganamos para pañales! Es increible el vicio que ha cogido la enana de mearse cada vez que le estamos cambiando los pañales; a veces llego a pensar que lo hace a proposito. Es que es sentirse libre del pañal y ¡hala! chorrito que va; por cierto, ya se nos ha meado a casi todos encima, son meadas con dedicatoria: esta para papa, esta para mama, para la abuela, para todos. Por cierto, la abuela ya ha aprendido que no es buena idea cambiar a la niña encima de la cama despues de que hace dos dias tuviera que cambiar toda la ropa de la cama gracias a una meadita particularmente potente de la cria.
   Nos procupa un poco que desde que la niña toma el biberón está un poquito estreñida. Ya no hace la caquita suelta como antes sino que está más dura (como dice el abuelo, cagaditas de conejo) y se nota que a la niña le cuesta hacerlo. Una pediatra nos ha recomendado una infusión especial que lleva kiwi, ciruela y no se que más frutas; la estamos probando, ya veremos si es efectiva, solo espero que la niña no pase de un extremo al otro (del estreñimiento a la diarrea)
   Y otra cosa que nos preocupa es que ayer vomitó dos veces el biberón practicamente entero. No lo había hecho antes. Yo no se si es por las ansias de comer de la niña, que va tan rapido que no traga bien y luego lo vomita, o si será por la leche; pero es raro que ayer vomitase despues de darle un biberon a las seis y despues de darle otro a las nueve. Es que se lo toma bien, lo que ella quiere, porque siempre suele dejar un poquito, y a los pocos minutos de haber acabado lo echa fuera entero; la abuela dice que es porque despues de comer tenemos que dejarla quieta, sin moverla, para que trague bien. Yo no estoy tan seguro, antes nunca lo había hecho y eso que al acabar la cogiamos para echar los gases, la acunabamos para que durmiera la siesta, o directamente la acostabamos; y nunca había hecho un vómito así, a veces le salía un poquillo de babita blanca de leche y ya está, pero no esto. Y su madre se pega unos sustos cuando ve que la niña vomita que no es normal. Yo la tranquilizo, pero se agobia un montón. Apañados estamos como no aprenda a relajarse un poco.

viernes, 21 de octubre de 2011

Primeros comentarios

Para empezar con este blog, comentaré como van las cosas hasta ahora.
Mi hija, Carmen Erea, nació el siete de octubre por cesárea programada porque venía de nalgas. Llegamos al hospital a las ocho de la mañana pero tuvimos que esperar hasta las cuatro y media de la tarde para que nos dieran cama, no había ninguna libre. Y de nuevo tuvimos que esperar hasta las siete y media para que quedara un quirófano libre. La cesárea fue muy bien, sin problemas ni para la mama ni para la niña. Yo lo pasé mal porque no pude entrar y la espera se me hizo eterna. Cuando por fin salieron las matronas con la niña en la incubadora yo me quede embobado mirándola. Era mi hija. No me lo podía creer. Allí delante de mí mirándolo todo con unos ojazos enormes. Los abuelos y el tío echándole fotos como locos y yo allí parado, como un tonto, mirandola y a punto de llorar de la emoción. Fue un momento indescriptible.
    El resto de la tarde fue más tranquilo, se llevaron a la madre a recuperación postquirurgica y a la niña a neonatología para lavarla pesarla y medirla. Luego nos la dejaron ver y por fin pude tener a mi hija en brazos. Y otra vez se me saltaban las lágrimas. Todos se quedaron asombrados de que la niña reconociese mi voz, yo no, para eso me tiré todo el embarazo hablándole a la barriga de su madre. Pero fue asombroso ver como giraba la cabecita y se quedaba como escuchando cuando yo le hablé.
Ya por la noche, a eso de las once y media subieron a mi mujer a la planta de maternidad y por fin le llevaron a su niña, de nuevo emociones a flor de piel. Por fin se reunían la madre y la hija. Me comentaba mi mujer, Carmen, que en reanimación le dijeron que hasta que no recuperase la sensibilidad en las piernas no la subían a planta y ella se pellizcaba los muslos para ver si se recuperaba antes; tenía prisa por ver a la pequeñaja. Se quedó toda la noche despierta mirando a la niña.
   El día siguiente fue bastante tranquilo, nosotros adaptándonos como podíamos a la nueva situación con la peque y ella adaptándose al mundo, le cuesta más a ella que a nosotros; se ha tirado casi nueve meses muy tranquila y protegida en el vientre de su madre y de repente la sacan de allí a un mundo donde tiene frío, sueño, hambre y se siente indefensa y sola. Nos necesita mucho, muchísimo. No quiere sentirse sola y llora, pero en cuanto la cogemos su madre o yo se tranquiliza y se calla. Por cierto, es una comilona, aunque de momento le cuesta bastante mamar y a mi mujer le duele bastante, pero según parece es normal que los primeros días tenga molestias mientras "sube la leche".
   Los problemas empiezan el día nueve. Pero problemas con la madre, no con la niña. Carmen empieza a tener algo de fiebre y molestias en la zona de los puntos. Las matronas y enfermeras le dicen que es normal que le moleste porque es una cirugía importante; pero la fiebre sube por la tarde hasta los 38.5ºC y eso ya no es tan normal. La ve una ginecóloga y le manda antibióticos porque podría ser un pequeño absceso de pus situado por encima de la cesárea, ya que esa zona está muy enrojecida y muy caliente. Como tiene fiebre esa noche le damos biberones a la niña; el primero muy bien, pero los otros dos me cuesta un montón darselos porque está dormidita y pasa de todo. Yo no se los daría, pero la matrona ha insistido en que hay que darle de comer cada tres horas; total que el de las tres y el de las seis de la mañana apenas los prueba. Carmen aprovecha para dormir porque llevaba desde el día seis sin pegar ojo.
   Al día siguiente la mamá tenía mejor aspecto, pero las molestias abdominales continuaban, así que seguimos con el antibiótico por prevención; nos dicen que aunque esté con el antibiótico, si no tiene fiebre, le puede dar el pecho. Y eso hace, pero le duele bastante; intenta usar unas pezoneras pero la niña no las quiere, así que toca sufrir. Por la tarde el dolor es tan fuerte cuando la niña intenta tomar el pecho que tenemos que darle biberón otra vez. Mi mujer continua con las molestias abdominales y con algo de febrícula, ahora no le sube mucho porque le están alternando paracetamol, nolotil e ibuprofeno.
   El día 11 nos dicen que nos van a dar el alta. Yo me tiro toda la mañana buscando papeles; aunque parezca surrealista, se les había olvidado darnos la partida de nacimiento de la niña. Y aunque suene aún más surrealista, se les había olvidado hacerla; así que tengo que ir a paritorio y pedir por favor que la rellenen y me la entreguen. Luego tengo que ir a pedir otro papel para el registro civil. Mientras tanto, el ginecólogo va a ver a mi mujer, le mira la barriga y dice que lo que tiene parece una reacción alérgica (¿?), así que le retira el antibiótico y le da el alta. Nos vamos después de comer. Nunca había conducido con tanta precaución como ese día; todos los coches iban rapidísimo, eso me parecía, y el trayecto del hospital de Puerto Real a nuestra casa en Chiclana (unos quince minutos máximo) se me hace eterno.
   Llegamos a casa y toca acostumbrarse a tener allí a la pequeñaja. En nada de tiempo tenemos el salón lleno de trastos por todos lados. Que si ropa, que si pañales, la minicuna, el carrito...¡Dios mio! y esto ya es así para siempre ¡aargh! Carmen, que es una maniática de la limpieza (como Monica de "friends"...pero aún peor) pasa de todo, solo está pendiente de la niña; y yo (que soy más como Joey) me agobio de ver tantos trastos por todas partes. Pero cuando miro a la niña se me olvida todo.
   Por la tarde Carmen vuelve a tener molestias en la zona de la cesárea, por encima de los puntos hay una zona muy roja y caliente y al tacto se nota indurada. A mí no me gusta nada, así que decido volver a darle antibióticos al día siguiente, los mismos que tomaba en el hospital.
   A la semana de la cesárea Carmen está muy mal, continua con fiebre por encima de 38ºC, no tiene apetito y lo que come le produce nauseas, tiene mala cara y el abdomen está mas enrojecido y mas hinchado; ademas, la sangre que echa por la zona genital huele muy mal, como a podrido. Llamamos al ginecólogo y nos dice que vayamos a verlo al hospital; pero yo no puedo ir porque tengo que trabajar. A mi mujer la acompañan una prima y una amiga. Cuando le revisan los puntos, al ginecólogo no le gusta lo que ve, parece que hay infección, y decide quitarle uno de los puntos y drenar. Me dijo la prima de mi mujer que sacaron ¡cerca de un litro material purulento! Cuando me lo cuentan por teléfono se me hace un nudo en el estómago. Si tardamos un poco más en darnos cuenta de lo que pasaba podía haber sido demasiado tarde, podía haber hecho una sepsis generalizada y adiós. ¡Qué susto! Cada vez que lo pienso me estremezco de miedo.
   Pues así están las cosas de momento; Carmen con antibioterapia recuperándose de la infección y haciéndose curas diarias en la cicatriz de la cesárea, donde le han dejado puesto un drenaje.  Y nuestra hija, nuestra princesita Carmen Erea, es un cielo, un encanto, una preciosidad, que voy a decir yo que soy su padre. De momento es muy buena duerme mucho, como todos los recién nacidos, y come un montón. Solo protesta cuando tiene hambre o cuando le damos su bañito, que aun no le gusta demasiado. Por lo demás es un encanto.